Preguntas tontas

¿Qué es el arte? Según yo, sería la creación de belleza por gente con capacidad especial para hacerla.

Por esto hay obras muy famosas que me dan risa y me sobrecojo ante la belleza con mi síndrome de Stendal.

Lamento que cada vez se valoren más chapuzas hechas para acabar pronto y cobrar, porque se valora su firma, que cuadros, libros, música, etc realizados por verdaderos artistas.

¿Donde estarían muchos cuadros si no los hubiera firmado Picasso? Por ejemplo.

PT01 - PT02 - PT03 - PT04 - PT05 - PT06 - PT07 - PT08 - PT09 - PT10 - PT11 - PT12 - PT13 - PT14 - PT15 - PT16 - PT17 - PT18 - PT19 - PT20 - PT21 - PT22 - PT23 - PT24 - PT25 - PT26 - PT27 - PT28 - PT29 - PT30 - PT31 - PT32 - PT33 -


www.elfuturoimperfecto.com



Pepita, a sus quince años y con cuatro años más, comprendía mucho mejor la situación que se creaba con la muerte de su padre. Desde el comedor sólo llegaba el silencio alterado, de vez en cuando, por los sollozos de Paca, la madrastra de su padre; la única abuela que había conocido por que la madre de su padre había muerto al poco tiempo de nacer este. Pero la «iaia» Paca se había comportado siempre como una verdadera madre con su padre y como una abuela muy cariñosa y buena para ella.

Pepita se levantó y fue al comedor. Su abuela la vio llegar y le abrió los brazos en los que la adolescente se refugió sintiendo cómo le acariciaba sus cabellos mientras la consolaba.

-Plora, plora xiqueta, pobreta meua. Açi tens a la iaia, al iaio, i a tots. Mai estareu a soles filla meua (2)

Un asomo de rabia la hizo abandonar los brazos de la «iaia» y dirigiéndose al balcón, lo abrió y cogiendo la toalla de cuadros rojos tendida, la arrancó de un tirón con rabia y la lanzó al suelo de la sala. Cualquiera, que no estuviera al tanto, nunca podría comprender esa reacción porque, dependiendo de donde estuviera tendida la toalla, era la señal que le indicaba a cualquier «maquis» llegado de las montañas que había peligro, o no, en subir a la casa. Ya no hacía falta, ya no podrían traerle más noticias de su padre ni esperar nada de él.

En la sala había un escritorio debajo del cual tenía su cama, que se limitaba a un colchón en el suelo. En él se refugió encogiendo su cuerpo que ya mostraba todos los encantos de su adolescencia. Allí se tumbó y soñó sin necesidad de dormir.


Lea en cualquier lugar y momento nuestras historias y artículos gratuitos escaneando el codigo QR