Los griegos
Una de las materias menos valoradas hoy en dia es la historia. Se ha convertido en un método de adoctrinar al pueblo contandole medias verdades y mentiras absurdas que sirvan para ensalzar al partido en el poder y dirigir al rebaño hacia el corral que les interese en ese momento. La historia es muy importante, si podemos estudiar la realidad más correcta, cosa que es muy difícil. En estos párrafos de Indro Montanelli podemos ver que la realidad que tenemos hoy en dia con unas políticas muy extrañas y que no benefician a nadie, ajeno a la política o al poder, no es más que el fin de una era que se ha repetido con cada una de las civilizaciones pasadas y que acabaron desapareciendo. Nace, crece y muere. Si se tiene interés hay que comprobar otras culturas, roma, fenicios, cartagineses, egipcios, etc y se verá que el final suele ser el mismo o muy parecido.
Amistad En esta situación no sorprende que la vida en las ciudades griegas se hiciese cada vez más refinada, A la sazón, los hombres se rasuraban. Y las mujeres, casi completamente manumitidas, participaban actívamente en la vida pública y cultural. Platón les había admitido en su universidad. Una de ellas, Aristodama. tornóse en la más famosa «fina recitadora» de poesías e hizo tournées por todos los países del Mediterráneo. Naturalmente, para hacer frente a estos nuevos cometidos, la mujer tenía que abandonar el de la maternidad. El aborto era castigado solamente cuando era hecho en contra de la voluntad del marido. Mas la voluntad de los maridos ha sido siempre la de sus esposas. La homosexualidad se propagaba. Siempre había sido practicada, aun en los tiempos heroicos, mas ahora se había convertido en cosa corriente en todas las clases sociales. Aquellos griegos, un tiempo célebres por su sobriedad, reclutaban en Oriente a los más famosos cocineros, cuya cocina, rica en grasas y especias, les hacía engordar. Los «deportistas» no eran ya atletas —como en tiempos, cuando cada joven estaba obligado a demostrarlo y competía en los estadios por la bandera de su ciudad o de su club—, sino los espectadores que, como hoy día, hacían de «hinchas» sentados y jugaban a las quinielas.

Las dos industrias que más florecían eran las del vestir, sea masculino o femenino, y la de los jabones catalogados en ciento ochenta y tres variedades de perfumes. Demetrio Poliorcetes impuso a Atenas un tributo de algo así como quinientos millones de liras, justificándolo precisamente como «gastos de jabón» para su amante Lamia. «¡Caramba, qué sucia debe ser!», comentaron los guasones atenienses.


Párrafos de "La historia de los griegos" de Indro Montanelli