Vivencias Comercial Informático

Máquinas cableadas.
Yo no llegué a vender máquinas cableadas, pero sí que las conocí. Y sobre estas máquinas tengo que contaros una anécdota..

Las máquinas cableadas no soportaban el programa en la memoria de la máquina. El programa era creado conectando una serie de parámetros, como las tabulaciones, cálculos básicos etc en unas placas internas de la carcasa, con unos cables eléctricos..

Rego, nuestro director, me llamó para que estuviera presente en una demostración que había apalabrado con un posible cliente y quería que yo viera cómo la hacía el y fuera aprendiendo..

El cliente llegó junto con su asesor fiscal que nos indicó estaba muy versado en computadoras..

A las primeras palabras de este hombre estaba claro que le interesaba que su cliente comprara otra computadora que, con toda seguridad, le tenía reservada una suculenta comisión..

No se hablaban dos palabras sobre nuestra máquina que él no los transformara en graves problemas. Pero no había tenido en cuenta que se enfrentaba con un verdadero gigante como era Guillermo Rego..

Cada vez que él ponía un inconveniente nuestro director, no sólamente se lo solucionaba, también, y de la manera más delicada demostraba la total incompetencia del asesor sinvergüenza. Pero todavía no se había llegado al final. Cuando ya no tenía más argumentos para esgrimir en contra nuestra, sacó su artillería pesada..

-Usted está intentando vendernos una máquina obsoleta. Sus ordenadores están todavía funcionando con programas cableados. Es lo primero que usted debía de haberle dicho a mi amigo..

-¿Pero qué dice usted, hombre? ¡nuestras máquinas cableadas! -Naturalmente que sí. Esta máquina es todavía de programación cableada..

Guillermo Rego, con toda la parsimonia, entró en el taller de los técnicos y volvió con un destornillador y empezó a quitar todos los tornillos del chasis dejando a la máquina con todas las tarjetas del hardware al descubierto. Cuando terminó miró fijamente al idiota del asesor y le dijo..

-Por favor, señor Fulano, ¿quiere enseñarnos a nosotros dónde están los cables?.

El hombrecillo comenzó a dar vueltas alrededor de la máquina y cuando ya no sabía por donde pegar, se agachó y levantando el cable de alimentación eléctrica de la máquina al enchufe de la pared exclamó nervioso..

-Mírelo, aquí esta, ¡ve como si que es una máquina cableada!.

El cliente se quedó blanco al ver el ridículo que estaba haciendo el humillado asesor sinvergüenza. Miró al director y le dijo..

-Señor Rego, lo espero mañana por la mañana en mi despacho. Traiga el contrato de compra..

El primer director que tuvimos en la sucursal fue un verdadero fenómeno. El súper comercial Sr Regó fue un hombre amable, educado y un comercial maravilloso. Las clases de ventas te enseñan mucho, no lo discuto, pero la personalidad de este hombre nos dió el temple y el "savoire faire" que no se puede enseñar. Es como el vino, no se puede hacer un buen vino con unas malas uvas, pero la calidad final la da la barrica y el tiempo.

Cuando lo destinaron otra vez a su Cataluña natal la sucursal de Valencia perdió un valor básico que ya le costó mucho recuperar.

Esto me lleva a una pequeña y desagradable anécdota cuando en el SIMO (Salón Internacional Material Oficina) de Madrid se vendió una máquina y como ya se estaba cerrando y apenas quedábamos nosotros, los contratos se firmarían al día siguiente en que ya los llevaríamos rellenos.

Al día siguiente a media mañana se presentó el cliente y nos dijo que ya había comprado otra máquina. ¿Cómo era posible?

Cuando le dijo el director de ventas nuestro que "no tenía palabra y que nos dijera el por qué de su cambio de actitud", nos dijo "es que las dos chicas con las que he pasado la noche y que trajeron el contrato de su competencia, estaban buenísimas".

Me reservo el nombre de la competencia.



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