Vivencias Comercial Informático

Comercial informático en los 70
La informática y los ordenadores es algo tan común en el mundo actual que, seguramente, algunas de las anécdotas que relataré parecerán imposibles.

Desde luego, para empezar a comprenderlas, hay que situarse en aquella época primitiva en que todavía no sabíamos a ciencia cierta que es lo que vendíamos y los compradores no se gastaban el dinero en una máquina, lo que querían era una solución para su negocio.

Naturalmente los comerciales teníamos muchas ventajas si antes de comenzar a dedicarnos a esta rama tan complicada conocíamos algo de los negocios...o pretendíamos conocer.

También hay que entender que entonces no habían programas estandar...ni biblioteca de ellos. Sencillamente no habían. Los vendedores, al menos en la empresa en la que yo entré, no tenían prácticamente nada y lo poco que había solo servía de demostración; por ejemplo el cuadro de la Gioconda realizada con letras en una impresora de cinta. ¡Ah! ¿que no sabéis lo que es una impresora de cinta?, bueno, lo explico. Lo primero entender que prácticamente era para imprimir en papel pijama, o sea un montón de hojas plegadas en zig zag y en la que habían lineas blancas y sombreadas alternativamente, normalmente de color azul claro. También se hacían las facturas, albaranes etc. Siempre en papel continuo. Se llamaban de cinta porque había una que daba la vuelta a toda la linea de impresión y tenía muchas letras repetidas AaBbCc...... AaBbCc...... AaBbCc...... etc. Detrás de estas letras que giraban a mucha velocidad habían unos martillitos que, cuando pasaba la letra correspondiente por su lugar relativo, la golpeaba, con lo que se imprimía a una velocidad endiablada y con un ruido del infierno.

Curiosamente la empresa donde yo estaba, (Burroughs) a los vendedores nos prohibía hacerles la programación a los clientes. Veréis la incongruencia ya que solo podíamos vender una máquina que al cliente no le servía para nada ya que no teníamos programas.

Naturalmente si queríamos vender la máquina tenías que hacerle los programas y normalmente solucionar los problemas de organización del cliente.

Otra desventaja que teníamos era el precio de la máquina. Como ejemplo pondré una muy popular que se llamaba la L5000. Constaba de un doble carro, uno para documentos en papel continuo y otro con un introductor de fichas CON BANDA MAGNETICA. Cada ficha, del tamaño de un folio, tenía una banda magnética donde se guardaba la información; en el caso de una ficha contable sería el nombre de la cuenta, dirección, población, provincia, acumulado debe, acumulado haber y última línea impresa. Las fichas se introducían a mano, naturalmente. La memoria era de 512 Kb de las cuales se reservaban 256 Kb para lo que llamaban el firmware. La impresora de este mamotreto era una bola redonda llamada de IBM en la que estaban sobresalientes las letras, números y signos. La bola giraba por medio de unos resortes y golpeaba a una cinta entintada. Pues bien, este animalito costaba 1.500.000 pts. O sea 9.000 €. Y tener en cuenta que donde yo trabajaba entonces, el sueldo del gerente era de 30.000 pts y el mío de 12.000. ¡Echar cuentas!

A pesar de esto en un año malo en que mis compañeros no vendieron ni una sola máquina, yo vendí 12. Y he de reconocer que nada más entrar en la empresa pase del sueldo anterior a 25.000 pts mensuales y el 10% de comisión.

Es importante tener una referencia de lo explicado para poder entender las reacciones de clientes y demás artífices de aquella época gloriosa.

Las cosas no estaban tan controladas como actualmente. Todo era más sencillo. Una persona sin grandes conocimientos podía entrar de botones en un banco y con el tiempo ser el director. Tampoco había problemas de futuro, normalmente en la empresa que estabas, si no era porque eras un vago o un ladrón, podías tener la casi seguridad de que permanecerías en ella toda la vida si lo deseabas. También las cosas eran mucho más económicas, en los pueblos prácticamente todo el mundo tenía unos pedazos de tierra y, en la fábrica de muebles de mi tío, todos los trabajadores tenían su casa propia en Valencia y alguna heredada o comprada en el pueblo.

Como yo no había podido terminar el bachiller por falta de dinero y me quedé en tercero, cuando me pidieron un certificado de estudios o un título universitario me vi perdido. Yo entendía que el futuro estaba en la informática, la empresa donde yo trabajaba había comprado una L5000 y yo empecé a manejarla sin ningún tipo de enseñanza, con lo que el director de Valencia estaba deseoso de que entrara a trabajar con ellos. Pero no tenía nada, no era nada. Solución, pedí prestado un título universitario, no recuerdo de que y en pocos días le entregaba al director un flamante título más falso que un billete de 3,75€. ¡Y pasó! Me gustaría saber por donde anda mi título de médico, o ingeniero, o yo que se...



Gastronomía


Redes sociales


Biblioteca