Comerciales del
siglo pasado.

Informática

Por un tornillo

Vendí una máquina a una fabrica de tejidos cerca de Valencia capital.

Como ya comenté, estas computadoras (que era como las llamábamos entonces) costaban una verdadera fortuna para la época y era muy relativo el trabajo que podían hacer. La facturación, alguna pequeña estadística en tarjetas perforadas, y algunas cuentas en fichas de banda magnética. Naturalmente solo eran rentables si las empresas tenían mucha facturación. Entonces si, porque los datos del cliente se guardaban en las fichas de banda magnética (tamaño folio y con una banda por la parte derecha de la hoja). En ellas estaban el código del cliente, el nombre, la dirección, población, provincia y acumulado debe, acumulado haber y última linea utilizada. Para hacer la factura se introducía la ficha en la máquina y en la memoria RAM tenía los artículos y sus precios (Que había leido de fichas de banda magnética, tarjetas o cinta perforada. Tecleabas los códigos, la cantidad y fin de factura u otra linea. Si había acabado, la máquina imprimía la factura. Era rentable, cómodo y seguro. Pero caro.

Esta empresa no podía llegar al precio de la L 5000 y se le vendió una con menor capacidad de memoria que le salía por 250.000 pts menos. Si en un momento necesitaba ampliar memoria, ya se la pondríamos.

Como suponíamos a los pocos meses el cliente nos llamó indicando que necesitaba urgentemente que le ampliáramos la capacidad de la computadora.

Como el cliente era mio, salí junto con el técnico para ampliarle la memoria a la máquina. Carlos, el técnico llevaba un par de maletines con todo lo necesario.

Entramos en el despacho donde tenían instalada la máquina. Pedimos a la persona que la estaba llevando que la apagara y rogamos que nos dejaran solos para poder manejarnos con comodidad.

Una vez cerramos la habitación, pensé que Carlos se pondría a trabajar, pero no fue así, sacó su bocadillo y nos sentamos en una mesa para él almorzar tranquilamente y yo repasar algunas anotaciones. Yo todavía era un “pardillo”.

Cuando terminó Carlos con su bocadillo y su cerveza, recogió la botella vacía, arrugó el papel de aluminio con que había llevado envuelto el bocadillo y por todo material de trabajo tomó un destornillador.

Fue a la computadora, aflojo los tornillos de la trasera, alumbró el disco duro, aflojo un tornillo y me dijo...

-¡Ala, ya está!

Cerró la máquina, salimos, saludamos a todos indicándoles que ya habíamos añadido el disco y las tarjetas necesarias y nos marchamos. 250.000 pts de facturación de la empresa y 12.500 para mi. ¡Aquellos eran tiempos!