Comerciales del
siglo pasado.

Informática


El largo camino a Madrid

Desde la primera clase sobre ordenadores y ventas que dimos en Madrid, yo congenié mucho con un compañero de la capital. Al poco nos teníamos una gran confianza, hasta el extremo de que, en aquellos tiempos últimos de la dictadura, me contó cosas que él conocía del futuro próximo por su tío que era general. Naturalmente ni tienen que ver con lo comercial, ni me importó en lo más mínimo.

La falsa modestia es un absurdo y he de decir que a la segunda o tercera vez que estábamos en las clases de ventas, de las que teníamos tres por año, las demostraciones de las máquinas eramos nosotros dos los que las hacíamos. Yo estaba más en la parte operativa porque él tenía una especial predisposición a sobrecargarse de electricidad estática en tal cantidad, con el suelo de moqueta, que al pasar por delante de un ordenador se veían saltar las chispas de sus manos con el consiguiente salto de J.L.

Madrid tenía muchas más oportunidades que Valencia para progresar en nuestro campo. Solo con los bancos y los cajeros automáticos, que era un campo prácticamente virgen, en ventas podía quintuplicar a Valencia.

Por eso no me extrañó el que no había pasado un año y ya habían captado a mi amigo J.L. para una firma de la competencia que estaba mucho más introducida y se tenía bastantes más comisiones.

Al poco de comenzar a trabajar con ellos, le preguntaron a J.L. si les recomendaría a alguno de sus compañeros de su anterior empresa. J.L. no tuvo ninguna vacilación en recomendarme a mi.

Me llamó entusiasmado, me explicó todo lo que había hablado con la empresa y me preguntó si yo estaba dispuesto. La cosa no tenía duda, mucho más sueldo y más comisiones. La pega es que debía estar dispuesto a irme a vivir a Madrid porque había sido encargado de montar una linea de ventas y me quería con él. En aquella época yo no tenía ningún problema en trasladar mi casa, máxime con la entrada monetaria que representaba.

Quedé pues en ir a la delegación de Valencia para presentarme y hacerme una entrevista y después ya me llamarían para la definitiva en Madrid.

Todo transcurrió sin ningún problema, a mi ya me conocían en valencia de tener algunas peleas comerciales y todos quedamos encantados.

Al par de días me llamó mi amigo J.L. y me dijo que el lunes me esperaban en Madrid a las 10. ¡Perfecto!

Ese fin de semana lo pasé limpiando mi 127, llenando el depósito y preparado cuatro cosas puesto que no me iba a quedar en Madrid, era llegar, hacer la entrevista, quizás comer y salir nuevamente para Valencia.

Como me gusta tener tiempo para hacer las cosas y el viaje a Madrid era entre cuatro horas y media y seis yendo bien el trayecto, me levanté a las tres y media y sobre las 4 ya estaba en la carretera.

Hasta Motilla del Palancar todo transcurrió de maravilla. Como era verano muy pronto empezó a clarear y yo estaba contentísimo.

Unos kilómetros más adelante el coche empezó a hacer algunos extraños...y se paró.

Adrenalina que se empieza a formar y salgo, sin entender nada nada de motores, a revisarlo. Será un cablecito que se ha aflojado.

Repaso todo y en un cuarto de hora entro al coche y le doy al contacto.

Estupendo, se pone en marcha y suena de maravilla. Nueva carretera.

Unos cuantos kilómetros y otra vez que me hace los extraños y se para.

Más adrenalina. Pero está claro que son los cables. Voy a tocar los mismos.

Nueva salida, nuevo toqueteo de cables y diez o quince minutos después entro de nuevo y arranca perfectamente. Y salgo como una fiera para recuperar el tiempo que estaba perdiendo.

Nueva parada, nuevo arreglo, más cantidad de adrenalina.

No recuerdo las veces que se paró. Las suficientes para que yo llegara tarde a la reunión en más de una hora.

A pesar de todo y por mediación de J.L. me hicieron la entrevista y según me dijo J.L. quedaron encantados.

Regreso a Valencia. Nuevas paradas. Ahora ya ni salía del coche. Me esperaba y al rato se ponía en marcha.

Cuando lo llevé a arreglar me dijeron que era una pieza que fallaba en ese modelo. Era de plástico y se la comía la gasolina. La pieza era del carburador. Entraba más, o salia menos, gasolina y se llenaba, con lo que se ahogaba y se paraba. Al para el motor, poco a poco, vaciaba el carburador y se ponía en marcha.

Con esto la cosa no pasaba de ser un viaje accidentado pero...

Los días pasaban y ni mi amigo ni nadie me llamaba.

Por fin, me decidí, enfadado, a llamarlo.

-J.L. -le digo por teléfono- soy Paco. Me dijisteis que me llamaríais en un par de días y han pasado casi dos semanas.

-¿De que me hablas Paco? -me dice- Si tu estás con nosotros en la delegación de Valencia.

-¿Yo? ¡Que va! No se nada de nadie.

-Paco, me llamaron de la delegación pidiendo que te querían para Valencia. Después de discutir un rato quedamos que te quedabas con ellos.

-A mi no me ha llamado nadie.

-Déjame que les de un toque y te llamo.

Un rato sentado en la mesa del despacho y por fin suena el teléfono.

-Paco, -lo siento muchísimo- como estábamos convencidos de que estabas en Valencia, aquí se ha cubierto la plaza y Valencia pensando que ya estabas en Madrid ha hecho lo mismo.

Bueno, eso se llama perder una oportunidad por ser ¿demasiado bueno en mi trabajo?

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Música: Himno de la Comunidad Valenciana.
Refrendado por los Alcaldes de Alicante, Castellón y Valencia, en el año 1.925 con letra de Maximiliano Thous Orts, y musica del maestro José Serrano Simeón.
Una selección de las mejores músicas populares de la Comunidad Valenciana.

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