¡Encendedme a mí también,
farolas de primavera
y campanitas de lirios
y relicarios de estrellas
que por mis pulsos cabalga
sangre joven, ancha y nueva
y me reclama la vida
desde el fondo de mis venas!.
Casi alcanzo,
con la punta de mis dedos,
vuestras verdes hojas tiernas.
Acacias, anchas acacias
de mi ventana con rejas
¡Cómo me duele este verde
de vuestras hojitas nuevas!.